Nuestros primeros antepasados ubicaban sus ciudades alrededor de lugares en los que disponían de agua dulce para poder cubrir sus necesidades básicas de agricultura, limpieza y sobre todo consumo. Así se comenzaron a formar las primeras sociedades que han llegado a nosotros. Hoy en día, la mayoría de las ciudades no están alrededor de puntos de captación de agua, y aunque lo estuviesen, además de la imposibilidad de abastecer a semejante población, nos encontraríamos con casos en los que al agua disponible no sería potable. Es por eso por lo que recurrimos a otros medios para cubrir nuestra necesidad de hidratación.
Según la Estadística de Producción elaborada por ANEABE, la producción de aguas envasadas en España alcanzó los 5.392 millones de litros. Para simplificar los cálculos, se va a suponer que esos millones de litros han sido envasados únicamente en garrafas de plástico de 5 litros de capacidad, lo que supondría 1.078 millones de garrafas de agua. Cada garrafa de agua contiene 78g de plástico PET, por lo tanto, se producen como mínimo un total de 84.115 toneladas de plástico anuales. Un estudio realizado por la Universidad de Nueva York, revela que en el 93% de las aguas embotelladas analizadas se encontraron indicios de microplásticos. Para la realización de dicho estudio se muestrearon 259 botellas de 11 marcas diferentes, compradas en 9 países diferentes teniendo representación cada uno de los continentes. [1] Este tipo de residuos no son tratados de manera eficaz en los procesos de depuración por lo que acaban entrando en el ciclo natural del agua afectando a otros seres vivos como peces, aves…
Para evitar toda esta contaminación, ¿cuál puede ser la mejor opción?
Hasta hace poco, el agua del grifo estaba considerada como la mejor alternativa posible al agua embotellada, siempre y cuando fuese apta para el consumo humano, ya que hay localidades en las que a pesar de ser clasificada como potable, el olor y sabor a cloro debido al proceso de cloración hacen que resulte un tanto desagradable su consumo. Además, la importancia de los denominados contaminantes emergentes, pone todavía más en duda que esta opción sea la mas adecuada para hacer frente a nuestra gran demanda de agua. Entre ellos podemos encontrar el famoso disruptor endocrino Bisfenól A (BPA), procedente en su mayoría de los plásticos.
De un tiempo a esta parte, las jarras purificadoras de agua se han convertido en el filtro de agua más popular, probablemente por su tamaño y bajo coste. Generalizando, podría decirse que todos los filtros contienen un filtro de sedimentos con el fin de eliminar las pequeñas arenas y barros para dejar así el agua más limpia y un filtro de carbono activo para la eliminación de cloro y por lo tanto el mal olor y sabor. A pesar de presentar un aspecto similar por fuera, es la composición de esos filtros las que las diferencia entre ellas. Las hay que contienen las características básicas mencionadas anteriormente y las que además poseen cartuchos de resina catiónica y aniónica con el fin de eliminar los excesos de cal y sales minerales respectivamente.
Existen también actualmente unos pequeños filtros de carbono activo que al introducirlos en una jarra o botella ayudan a eliminar el exceso de cloro y con ello el mal olor y sabor que contienen algunas aguas de consumo.
Conociendo ya todas las alternativas al agua embotellada, es conveniente hacer un pequeño análisis de los pros y contras que podemos encontrar. En cuanto al agua del grifo, los mayores inconvenientes que podrían encontrarse serían el exceso de cal y cloro, en algunos casos, y sobre todo la presencia de contaminantes emergentes, ya que de momento no se eliminan en su totalidad en las estaciones de depuración de aguas. Fijando la atención en las jarras purificadoras, se conseguiría la eliminación parcial del cloro e incluso cal y sales minerales en algunas de las versiones, pero seguiría estando presente la problemática de los contaminantes emergentes, al igual que pasaría con los filtros de carbono activos propuestos como última alternativa.
Por lo tanto, exceptuando las ocasiones puntuales en las que los niveles de cloro sean excesivos provocando un mal olor y sabor del agua, es recomendable recurrir al del agua del grifo como alternativa al agua envasada en envases de plástico. Reduciendo así el consumo de plástico de manera directa y también otro tipo de residuos formados durante su producción.
[1] Mason, A.S., Welch, V., y Neratko, J. Synthetic polymer contamination in bottled water. State University of New York at Fredonia, Department of Geology & Environmental Science.