Como bien es sabido, los residuos plásticos son uno de los principales problemas a los que nos enfrentamos como sociedad ya que solo el 20% de los producidos son tratados adecuadamente o reciclados. El resto de residuo es depositado en vertederos o abandonados en la naturaleza, cuyo destino final es acabar en nuestros mares. Recientes estudios han determinado que los principales contaminantes que llegan a nuestras costas son colillas de cigarros, envoltorios de plástico, pajitas, cubiertos de plástico y botellas de plástico.
El principal problema del plástico es su gran durabilidad, es decir, son compuestos muy resistentes de difícil descomposición por medios naturales. De ahí que una botella de plástico pueda permanecer en la naturaleza cientos de años.
Pero ¿cómo se generan los microplásticos? El plástico al llegar al mar, parte de él se hunde y queda en el fondo durante siglos, y la otra parte permanece a flote. Este plástico es el que provoca un mayor problema ya que los rayos del sol y el movimiento de las olas provoca que se descomponga en pequeños pedazos hasta llegar a microplásticos. Pero este no es el único origen de estos compuestos, también aparecen por el desgaste de los neumáticos de los coches o por el lavado de prendas de fibras sintéticas.
Por tanto, no es aventurado decir que prácticamente todas las fuentes de agua disponible en la tierra contienen microplásticos. Y entonces, ¿es mejor el agua embotellada?
Un reciente estudio de la Universidad de Nueva York ha analizado 259 botellas de 11 marcas en 9 países distintos detectando una concentración promedio de microplásticos de 325 partículas por litro de agua siendo el polipropileno el compuesto mayoritario. Cabe destacar que este compuesto es el que forma el tapón de la botella. (Synthetic polymer contamination in bottled water)
Si se compara esta concentración con la que se encuentra con la del agua del grifo, la concentración del agua embotellada llega a ser casi el doble. Una persona que bebe agua del grifo ingiere unas 4000 partículas al año, mientras que una que su consumo proviene de agua embotellada puede llegar a las 90.000 partículas. (Human Consumption of Microplastics)
Por tanto, aunque se trate de los primeros estudios sobre este tema, queda claro que el agua del grifo contiene menos cantidad de partículas.