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La cigarra, la hormiga y la sequía

Sobre el blog

José Luis Hervás Martín
Ha sido director general, consejero delegado y presidente de empresas de agua. Exprofesor de la Universidad de Alicante. Autor del libro: "UNA VISIÓN GLOBAL DEL AGUA, explicada para todos" publicado en la editorial DIEGO MARÍN.
  • cigarra, hormiga y sequía

Es mayo de 2023. Vivimos una intensa sequía. Una más de tantos millones que ha vivido nuestra tierra. Y siempre las ha superado. Nuestra escasa percepción de la pequeña entidad de la vida del hombre, hace magnificar estos fenómenos recurrentes. Ya verán cuando venga un terremoto de grado 7, muy normal a escala geológica en España. Nadie sabrá que también han ocurrido millones de ellos.

La Unión Europea, cuando aprobó la Agenda 2030, apoyada con la ingenuidad del gobierno español, todos los países se comprometieron a “restaurar el flujo libre del agua en, al menos, 25.000 kilómetros de los cauces europeos”. ¿Cuántos km. le corresponden a España? Entiendo que probablemente la cantidad sea superior a 2.500 km, pero no la conozco. De todos modos deben ser muchos.

Sin embargo, dicho concepto hay que ponerlo en el lugar debido en cada país, no todos los países de la UE tienen la misma pluviometría, aridez o sequías. Ni las temperaturas son las mismas, ni tampoco la necesidad de agua de zonas totalmente desérticas, áridas y semiáridas. España solo posee una suficiente pluviometría en la cornisa cantábrica, en Galicia y algunas zonas cercanas a las grandes cordilleras. E insuficiente en el resto del país.

España ha pasado siempre sed. Tanta, que ya en 1420, los Consejos Municipales de Elche y Alicante solicitaron la traída de agua, por medio de un trasvase, desde el Júcar. ¿Cuántas personas habitaban estos terrenos y cuántas zonas de riego estaban tan necesitadas como para llegar a ello?. Evidentemente, muy pocas personas y poca agricultura, pero ya necesitaban agua.

En los tres siglos siguientes se recogen en los archivos de estos ayuntamientos y en los de Murcia, Lorca y Cartagena, peticiones de trasvases de agua del Tajo, del Júcar, del Ebro y del Guadalquivir.

Si alguien desea constatar estos datos, no tiene más que observar desde su ordenador solo la imagen desde satélite del sureste de España, para observar el color claro, casi blanco, desértico, que resalta ante el verdor y la oscuridad de Europa, Portugal, Galicia y hasta del norte de Marruecos y Argelia, donde llueve con más abundancia. España es casi desértica, pero en el norte sobra agua.

Si alguien desea constatar estos datos, no tiene más que observar desde su ordenador solo la imagen desde satélite del sureste de España

Desde los tiempos de la civilización más remotos, los fenicios, romanos, iberos, árabes y también los actuales han luchado y trabajado como HORMIGAS para buscar el agua, construir acueductos, presas conducciones y aljibes para disponer de agua en todo momento, en época de sequías y en la de lluvias. Ha sido un trabajo admirable, que aún no ha terminado, porque los tiempos mandan. El desarrollo económico y la modernización agraria han conseguido, como HORMIGAS, consumir menos agua por unidad de cultivo, producir mucho más y exportar a otros países que necesitan sus productos. Y para ello se necesita más agua. Se conseguirá porque las HORMIGAS no pararán de luchar para conseguirlo.

Sin embargo, en estos tiempos, en los que las religiones clásicas han ido perdiendo fuerza, fuste, poder e influencia, han aparecido otras “religiones” que se han autodenominado, como pasa siempre, como salvadores del mundo. Son las CIGARRAS. No ahorran, trabajan poco, quieren cambiarlo todo lo que signifique historia pasada, sus conocimientos son muy débiles en la mayor parte de los temas donde se necesita perspectiva histórica, ciencia y tecnología. En cuanto al agua, rechazan los sistemas de regadío, las explotaciones agrarias que no sean las puramente familiares, las aguas subterráneas, los trasvases y por supuesto las presas, los pantanos, que almacenan agua para momentos de sequía. Y creen en la “iglesia de la cuenca superficial de cada lugar”. Su máxima es que el agua no puede salir de la cuenca de donde nació y que hay que dejarla que se vaya al mar sin distracción alguna.

De hecho, basándose en la Agenda 2030, que aprobaron embobados, se han cargado y destrozado unos cientos de presas, embalses, azudes y otras obras antiguas realizadas en los cauces de los ríos para un mejor aprovechamiento del agua. Les quedan muchos por eliminar, ya que se han comprometido a ello: dejar libres los cauces. No admiten que todas estas obras han creado con el tiempo maravillosos parajes medioambientales, que están desapareciendo debido a su destrucción.

Si en la “Ley del sí es sí” está corriendo un contador de casos indeseados, la destrucción de estas obras hidráulicas se merece otro contador que contabilice los humedales, los parajes maravillosos y las presas que las CIGARRAS se están cargando.

Les hago saber, para aquellos jóvenes que no la han podido leer, que la fábula de Samaniego: LA CIGARRA Y LA HORMIGA, cuenta la laboriosidad de la hormiga en todo el tiempo de su vida, en verano y en invierno, en cómo almacena víveres para subsistir los períodos en los que no es posible encontrar alimentos. Mientras la cigarra observa a la hormiga y se ríe de ella y de su trabajo, lo desprecia, hasta que llegado el tiempo de sequía le pide misericordia a la despreciada hormiga porque no puede subsistir.

No podemos ser CIGARRAS, debemos ser HORMIGAS por el bien del progreso de la humanidad.